ANTICOAGULACIÓN EN TROMBOCITOPENIA INDUCIDA POR HEPARINA: ¿ANTICOAGULANTES ORALES DIRECTOS O AGENTES PARENTERALES?
ANTICOAGULATION IN HEPARIN-INDUCED THROMBOCYTOPENIA:
DIRECT ORAL ANTICOAGULANTS OR SPECIFIC AGENTS?
Iván David Lozada Martínez,1,2 Raúl David
Delgado Marrugo,3 Yesika
Tatiana Martínez Casallas,4 Estefanía Ruiz Benítez,4 Jeison David
Vargas Yara,5 Luis José Payares Celins,6 Diana Marcela
Gómez Piedrahita,7 Laura Carolina López Rendón,8 Bryan
Alexander Aponte Largacha9
1 Centro de Investigaciones
Médico-Quirúrgicas, Capitulo Futuros Cirujanos, Asociación Colombiana de
Cirugía, Bogotá, Colombia.
2 Grupo
Prometheus y Biomedicina Aplicada a las Ciencias Clínicas, Facultad de
Medicina, Universidad de Cartagena, Cartagena, Colombia.
3 Facultad
de Medicina, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá, Colombia.
4 Facultad
de Medicina, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia.
5 Facultad
de Medicina, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.
6 Facultad
de Medicina, Universidad de Sucre, Sincelejo, Colombia.
7 Facultad
de Medicina, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
8 Facultad
de Medicina, Corporación Universitaria Remington, Medellín, Colombia.
9 Facultad de Medicina, Fundación Universitaria Juan N. Corpas,
Bogotá, Colombia.
AUTOR PARA CORRESPONDENCIA
Correo electrónico: ilozadam@unicartagena.edu.co
Los autores manifiestan no
poseer conflictos de intereses.
Resumen
La trombocitopenia
inducida por heparina es un trastorno inmunomediado, causado por anticuerpos
anti-factor 4 plaquetario y antiheparina. La enfermedad tromboembólica es la
principal complicación de esta condición y, a pesar de que existen agentes
terapéuticos y guías de manejo que plantean ciertas recomendaciones, la
incidencia de complicaciones sigue siendo alta. Esto sugiere limitaciones en la
calidad de la evidencia. En la actualidad, aún se desconoce con certeza qué
factores de riesgo biológicos y clínicos se asocian con los eventos
tromboembólicos. Recientemente, ha surgido evidencia de que no existen
diferencias significativas en el uso de anticoagulantes orales directos en
comparación con agentes específicos. Sin embargo, considerando que fisiopatológicamente
este desorden tromboembólico es diferente de otras alteraciones trombóticas, es
necesario revisar con cuidado la utilidad de los agentes terapéuticos según los
casos presentados. Sobre la base de lo anterior, el objetivo de esta revisión
consiste en discutir evidencia reciente sobre las ventajas y desventajas del
uso de anticoagulantes orales directos vs. agentes específicos en el
manejo de la trombocitopenia inducida por heparina.
Palabras clave. Anticoagulación reversa, anticoagulación, trombocitopenia
inducida por heparina, trombocitopenia, inhibidores del factor Xa.
Abstract
Heparin-induced thrombocytopenia is an
immune-mediated disorder caused by anti-platelet factor 4 and anti-heparin
antibodies. Thromboembolic disease is the main complication of this condition,
and despite the existence of therapeutic agents and management guidelines that
make certain recommendations, the incidence of complications remains high. This
suggests limitations in the quality of the evidence. At present, it is still
not known with certainty which biological and clinical risk factors are
associated with thromboembolic events. Recently, no significant difference is
observed in the use of direct oral anticoagulants compared to specific agents.
However, considering that pathophysiologically this thromboembolic disorder is
different from other thrombotic disorders, it is necessary to carefully review
the usefulness of the therapeutic agents according to the cases presented.
Based on the above, the objective of this review is to discuss recent evidence
on the advantages and disadvantages of the use of direct oral anticoagulants
vs. specific agents in the management of heparin-induced thrombocytopenia
Key words. Anticoagulation reversal, anticoagulation, heparin-induced
thrombocytopenia, thrombocytopenia, factor Xa inhibitors.
ark caicyt: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s26184311/dwbqaasr6
Introducción
La
trombocitopenia inducida por heparina (TIH) es un trastorno inmunomediado,
causado por la producción de anticuerpos anti-factor 4 plaquetario (aFP4) y
anti-heparina (aHEP) al usar anticoagulación con agentes heparínicos (1-3).
Esto origina un estado de hipercoagulabilidad biológicamente distinto de otros
fenotipos tromboembólicos, al ser ocasionado por la circulación de complejos
inmunes de gran tamaño (1). En algunos individuos se desconoce con exactitud
qué factor ocasiona activación de ciertos mecanismos celulares y moleculares
por la que se produce una respuesta celular descontrolada procoagulante
adicional, que finalmente ocasiona la principal complicación de esta entidad,
los eventos tromboembólicos (2). Se ha descrito que los receptores Fc, una
superfamilia de inmunoglobulinas que inducen la fagocitosis de microorganismos
opsonizados, se encuentran involucrados en este proceso (específicamente
Fc-gamma y Fc-gamma RIIA, este último, expresado en plaquetas) (1,2).
Se presume que, a través de la activación de estos receptores, o por medio de
la activación de células endoteliales por vías celulares diferentes, se inicia
una fosforilación al producirse el cluster del complejo inmune-receptor
y se activa la vía de señalización SYK (spleen tyrosine kinase) que
genera liberación de calcio intracelular, degranulación y producción masiva de
citoquinas. Finalmente, la deposición de proteínas del complemento y de IgG-TIH
en las plaquetas dificulta la activación plaquetaria (1-3).
Esta
entidad ocasiona una disminución de más del 30% del conteo de base de plaquetas,
iniciado entre las 48 y 96 horas de la administración de heparina y posterior
seroconversión, lo que representa un verdadero reto por el riesgo de
tromboembolismo y sangrado (4-6). Aunque la incidencia de TIH es baja, el riesgo de
trombosis asciende hasta un 60%, el cual puede ocurrir a nivel tanto arterial
como venoso (es de 3 a 4 veces más frecuente este último) (1), por lo que es
impredecible el daño que se podría presentar. Se ha reportado que la trombosis
venosa profunda y el tromboembolismo pulmonar son las presentaciones más
frecuentes, con tasas de mortalidad de hasta el 50% (4-6).
A
pesar de existir guías de práctica clínica y evidencia que describen el
comportamiento de esta enfermedad (4,5), y de disponer de agentes terapéuticos para su
control, sigue siendo un problema relevante en la práctica clínica debido al
uso habitual de heparina no fraccionada en pacientes hospitalizados (7,8).
El tratamiento está dirigido principalmente a controlar la producción continua
y acelerada de trombina. Algunos de los agentes disponibles en la actualidad
son los conocidos agentes específicos, como los inhibidores directos de la
trombina (argatrobán y bivalirudina), fondaparinux (derivado sintético de la
heparina) y danaparoide (heparinoide), anticoagulantes directos orales (ADO) y
otras terapias no anticoagulantes (tabla 1) (4-9). No obstante, la
evidencia recomienda principalmente los agentes específicos y ADO, por su
accesibilidad y buena relación costo-beneficio (4). A pesar de lo
anterior, no se ha definido qué terapia favorece más el manejo de TIH.
Recientemente ha surgido evidencia que demostró que la eficacia y seguridad es
similar entre los agentes más comúnmente usados, y a la fecha, se desconocen
los factores que condicionan estos desenlaces (5). En base a lo expuesto,
el objetivo de esta revisión consiste en discutir evidencia reciente sobre las
ventajas y desventajas del uso de anticoagulantes orales directos vs. agentes
específicos en el manejo de la trombocitopenia inducida por heparina.
TABLA 1. RESUMEN
DE AGENTES DISPONIBLES PARA EL TRATAMIENTO DE LA TROMBOCITOPENIA INDUCIDA POR
HEPARINA |
||
Agentes
específicos |
Anticoagulantes directos orales |
Terapias no anticoagulantes |
Argatrobán |
Apixabán |
Inmunoglobulina específica |
Bivalirudina |
Edoxabán |
|
Danaparoide |
Dabigatrán |
Intercambio de plasma |
Fondaparinux |
Rivaroxabán |
Pruebas de evaluación
Para
la evaluación de TIH, se han diseñado dos escalas diagnósticas: la HEP y la de las 4 T (9-11). La primera consta
de ocho variables (magnitud de la trombocitopenia, tiempo desde la
administración de heparina hasta la aparición de trombocitopenia, conteo de
plaquetas, presencia de trombosis, presencias de necrosis en la piel, presencia
de reacción isquémica aguda, presencia de sangrado y otros signos de
trombocitopenia) que suman y restan puntos; posee dos puntajes de corte (≥2 o
≥5 puntos) que representan alta probabilidad de TIH (9-11). La segunda consta
de cuatro variables (trombocitopenia, tiempo de caída de plaquetas, trombosis o
secuela y otra causa de trombocitopenia), cuyos puntajes de corte son ≥6 puntos
(alta probabilidad), 4-5 puntos (probabilidad intermedia) y ≤3 puntos (baja
probabilidad de TIH) (9-11).
Con respecto a la utilidad de estas dos escalas,
existen estudios que han comparado de forma prospectiva el valor predictivo
diagnóstico, y encontraron que la escala HEP es mejor que la 4T (área bajo la
curva [AUC]: 0,80 vs. 0,73; p = 0,03). Este rendimiento es mejor
en pacientes con TIH críticamente enfermos y en médicos con menor experiencia (9). Lo mismo fue evidenciado por los
investigadores del estudio PROTECT (11), quienes encontraron que el puntaje obtenido en
tiempo real no posee el mismo rendimiento al ser ajustado, el cual tiende a ser
menor (11). Para intentar corregir esto,
recientemente se publicó un estudio piloto que planteó la escala 4T-UCI, que
demostró mejor valor predictivo que la estándar (AUC: 0,80 vs. 0,66, p
= 0,044) (10). No se ha evaluado aún la
asociación entre el puntaje de estas escalas y la efectividad o la seguridad de
los regímenes terapéuticos, aspecto por plantear en futuros estudios.
Anticoagulantes directos orales
La
evidencia más novedosa sobre la diferencia entre la utilidad de anticoagulantes
directos orales en comparación con agentes específicos es la publicada por
Nilius y colaboradores (5), quienes llevaron a cabo una revisión sistemática
y metaanálisis, donde evaluaron la seguridad y eficacia de anticoagulantes en
el tratamiento de la TIH. Los autores incluyeron 92 estudios con 119 grupos de
tratamiento, con un total de 4698 pacientes, donde observaron que la recuperación
plaquetaria fue mayor con el uso de agentes específicos (hasta un 99% con
fondaparinux), mayor frecuencia de eventos tromboembólicos hasta en un 7%
(danaparoide), mayor frecuencia de presencia de sangrado mayor de 1 (ADO) a 14%
(bivalirudina) y mayor frecuencia de muerte de un 7 (fondaparinux) a un 19%
(bivalirudina) (5). Es necesario tener en cuenta que el riesgo de
sesgo de los estudios incluidos según la escala de Newcastle-Ottawa osciló
entre mediano y alto riesgo, lo que sugiere que la calidad de los resultados en
general no es la mejor.
Al
comparar los estimados según cada desenlace y el agente con mejor rendimiento,
no se encontraron diferencias significativas entre el agente con tal
comportamiento y los ADO (tabla 2). Al revisar la tasa grupal de los ADO en
comparación con fondaparinux respecto de la recuperación plaquetaria, la
diferencia del estimado es de 0,03 a favor del derivado heparínico sintético;
al analizar este mismo agente vs. ADO respecto de la incidencia de
evento tromboembólico, la diferencia es de 0,02 a favor del agente específico,
aunque el intervalo de confianza es más amplio. No obstante, los ADO mostraron
ser más seguros que danaparoide, el agente con menor frecuencia de sangrado
mayor, con una diferencia global de 0,04 a favor de este último, pero con un
intervalo de confianza mucho más amplio. Finalmente, fondaparinux tiene mejor
tasa de supervivencia en comparación con los ADO y, aunque la diferencia global
es de 0,09 a favor del agente específico, la amplitud del intervalo es similar
(5). En este orden de ideas, aunque los autores concluyen que los ADO y
fondaparinux son alternativas viables, consideramos que los ADO tendrían un
mejor rendimiento al disminuir sustancialmente el riesgo de sangrado y permitirían
una recuperación plaquetaria muy similar. Es necesario recordar que, aunque el
riesgo de reacción cruzada entre el derivado heparínico sintético y la TIH es
casi inexistente, hay comorbilidades en las que los ADO tienen mejor
rendimiento, como la enfermedad neurovascular o las coronariopatías. Por lo
tanto, al evaluar el balance riesgo-beneficio (lo cual, de por sí, ya es
bastante complejo) y la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles
asociadas a trastornos cardiometabólicos, los ADO serían más eficaces y seguros
que los agentes específicos.
Tabla 2.
RESUMEN DE ESTIMADOS ENTRE LA EFECTIVIDAD Y SEGURIDAD DE ADO Y EL MEJOR
AGENTE ESPECÍFICO, SEGÚN LOS DESENLACES EVALUADOS POR NILIUS Y COLABORADORES |
|||
Desenlace |
Mejor agente específico |
Comparador |
Tasa agrupada (IC del 95%) |
Recuperación
plaquetaria |
Fondaparinux |
Anticoagulantes directos orales |
0,99 [0,90 a 1,00] vs. 0,96 [0,88 a 0,99] |
Evento
tromboembólico |
Fondaparinux |
Anticoagulantes directos orales |
0,01 [0,00 a 0,13] vs. 0,03 [0,01 a 0,08] |
Sangrado mayor |
Danaparoide |
Anticoagulantes directos orales |
0,05 [0,02 a 0,13] vs. 0,01 [0,00 a 0,22] |
Muerte |
Fondaparinux |
Anticoagulantes directos orales |
0,07 [0,02 a 0,16] vs. 0,16 [0,11 a 0,24] |
Distintas
revisiones han discutido el rol emergente de los ADO sobre el manejo de TIH (12-14),
resaltando que, aunque todavía no hay evidencia concluyente, esta tiende a ser
a favor de los desenlaces en la TIH. Gran parte de los estudios disponibles son
de muy baja calidad: informes de caso (12-14), que sugiere una
asimetría en la distribución de la evidencia disponible. Entre los estudios recientes
cabe resaltar algunos, como el de Cirbus y colaboradores (15), quienes realizaron
un estudio retrospectivo en 12 pacientes con sospecha o confirmación de TIH,
que fueron manejados con ADO (rivaroxabán y apixabán). Los autores encontraron
que ninguno de estos pacientes desarrolló trombosis u otro tipo de complicación
durante su estancia hospitalaria y hasta seis meses después. Carré y
colaboradores (16) evaluaron a siete pacientes con un puntaje en 4Ts
≥4 y una prueba de inmunoensayo positiva para anti-PF4/heparina, los cuales
fueron manejados con ADO. Estos pacientes, tratados también con rivaroxabán y
apixabán, reportaron una recuperación del recuento plaquetario a los tres días
en promedio, y ninguno presentó signos de sangrado ni trombosis durante el
tiempo de seguimiento. No obstante, es necesario mencionar que estos pacientes
recibieron terapia parenteral luego del inicio de ADO, es decir, no se utilizó
en monoterapia; este es un aspecto para tener en cuenta en la interpretación de
resultados (15,16). En apariencia, rivaroxabán es el agente que, a la
fecha, ha sido estudiado en mayor medida, y se encontraron estudios
adicionales, como el de Farasatinasab y colaboradores (17), quienes evaluaron
de forma retrospectiva a 42 pacientes manejados con este anticoagulante no
heparínico y con un seguimiento de 12 meses. Se evidenció trombosis en el 40,1%
de los pacientes (17/42) antes de recibir rivaroxabán. Después de empezar
a administrar este agente, solamente un paciente desarrolló una complicación
tromboembólica (2,3%); no se reportaron sangrados, y 12 pacientes murieron. Sin
embargo, los autores mencionan que estas muertes no estuvieron relacionadas al
uso del anticoagulante (17). Lo anterior permitió a los autores concluir que
rivaroxabán pareciera ser seguro y efectivo en el manejo de TIH (17). Sería bueno, entonces, considerar estos
agentes en el manejo de TIH, dada su seguridad terapéutica general, y un
rendimiento adecuado respecto de la recuperación plaquetaria, prevención de
trombosis y muerte. No obstante, se necesitan más estudios que permitan
corroborar estos resultados (18).
Agentes específicos
Con
respecto a la utilidad de los agentes específicos anteriormente mencionados en
la tabla 1 y discutidos con respecto a los resultados de Nilius y colaboradores
(5), cabe mencionar que las guías disponibles que sintetizan evidencia y
plantean recomendaciones sobre el manejo agudo de TIH son muy puntuales en que
la elección de estos depende de variables tales como factores relacionados al
uso de la droga de elección (disponibilidad, costo, capacidad para monitorizar
el efecto anticoagulante, vía de administración, vida media, entre otros; tabla
3) (22), factores de riesgo del paciente que pueden
influir sobre el metabolismo y efecto del agente terapéutico (función renal,
función hepática, riesgo de sangrado, estabilidad clínica y hemodinámica, entre
otros), así como la experiencia del clínico (19-22).
TABLA 3.
RESUMEN DE LAS CARACTERÍSTICAS FARMACOLÓGICAS Y CLÍNICAS DE LOS AGENTES
ESPECÍFICOS DISPONIBLES PARA EL TRATAMIENTO DE TIH |
||||
Característica |
Argatrobán |
Fondaparinux |
Bivalirudina |
Danaparoide |
Mecanismo
de acción |
Inhibidor directo
de la trombina |
Inhibidor directo de la trombina |
Inhibidor del
factor Xa |
Inhibidor del
factor Xa |
Vida
media |
39-51 minutos |
25 minutos |
25 horas |
17-20 horas |
Administración
en TIH |
Infusión continua
IV sin bolo de inicio |
Infusión continua
IV sin bolo de inicio |
Bolo IV + infusión monitorizada |
Basado en el peso
del paciente |
Monitoreo |
Tiempo de tromboplastina
parcial activado |
Tiempo de
tromboplastina parcial activado |
Anti-Xa |
Anti-Xa |
Dinámica
renal |
No es necesario
ajustar dosis cuando existe lesión renal |
Evitar si el
aclaramiento de creatinina <30 ml/min |
Evitar si el
aclaramiento de creatinina <30 ml/min |
Contraindicado si
el aclaramiento de creatinina <30 ml/min |
Dinámica
hepática |
Se debe reducir la
dosis cuando existe lesión hepática |
No es necesario
ajustar dosis |
Contraindicado en
lesión hepática severa |
No es necesario
ajustar dosis |
Metabolismo |
Principalmente
hepático |
Mixto (renal y
proteolítico) |
Renal |
Renal |
Efecto sobre la relación tiempo de protombina/INR durante la transición a warfarina |
Sí |
Sí |
Mínimo |
No afecta |
El rendimiento de los agentes específicos en general
es muy similar al encontrado por Nilius y colaboradores (5), por lo tanto, el uso dependerá de cada
caso. La Asociación Estadounidense de Hematología discute, específicamente en
su guía de 2018, que, para el manejo agudo de la TIH en pacientes críticamente
enfermos con riesgo de sangrado incrementado o necesidad potencial de alguna
intervención, se debe usar argatrobán o bivalirudina, dado que tienen un efecto
de duración más corto (19). En pacientes con disfunción hepática, se debe
evitar, en lo posible, utilizar argatrobán. En pacientes estables con alto
riesgo de sangrado, se recomienda utilizar fondaparinux. A pesar de lo que
recomiendan o sugieren las guías, es necesario recordar que la evidencia
disponible es limitada aún, y las mismas guías manifiestan que esas
afirmaciones no son de la mejor calidad. Tal situación se puede evidenciar al
observar heterogeneidad entre la seguridad de los distintos agentes (20-24).
Fondaparinux,
el inhibidor directo de la trombina que parece ser el más seguro y eficaz entre
los agentes específicos, ha sido uno de los más estudiados en la actualidad, a
pesar de que la distribución de la evidencia es asimétrica (23,24).
Schindewolf y colaboradores (25) realizaron un estudio multicéntrico en Alemania,
donde evaluaron a 195 pacientes con TIH, que fueron tratados con argatrobán
(46; 23,6%), lepirudina (4; 2,1%), danaparoide (61; 31,3%), y fondaparinux (84;
41,1%). El grupo tratado con fondaparinux no presentó ningún tipo de
complicación tromboembólica en comparación a los otros grupos (11,7%). La
mortalidad general con fondaparinux fue nula en comparación con los otros
grupos (14,4%), y se evidenció sangrado en un 4,8% de los pacientes tratados
con fondaparinux vs. el 6,3% de los otros grupos (25). Linkins y
colaboradores (26) llevaron a cabo una revisión sistemática y un
metaanálisis donde incluyeron 9 estudios con 154 pacientes. Reportaron que 10
individuos presentaron eventos tromboembólicos (6,5%; IC del 95%, 3,4 a 11,7%),
26 presentaron sangrado mayor (16,9%; IC del 95%, 11,7 a 23,6%), y 5 murieron
(3,2%; IC del 95%, 1,2 a 7,6%). Teniendo en cuenta valores de frecuencia bajos,
los autores concluyeron que este agente era eficaz y seguro para el manejo de
TIH (26).
Por
otra parte, Sun y colaboradores (27) compararon la seguridad de argatrobán vs.
lepirudina y bivalirudina, y encontraron que no hubo diferencias significativas
sobre complicaciones tromboembólicas entre argatrobán vs. lepirudina y
bivalirudina (riesgo relativo (RR) 0,773; IC del 95% = 0,449 a 1,331, p
= 0,353 vs. RR 0,768; IC del 95% = 0,386 a 1,527, p = 0,452). Del
mismo modo, la incidencia de sangrado con el uso de argatrobán fue similar con
los otros dos agentes (RR 0,755; IC del 95% = 0,531 a 1,073, p = 0,117;
RR 0,995; IC del 95% = 0,673 a 1,472, p = 0,981). Estos resultados
permitieron concluir que, aunque el patrón entre los agentes fue similar,
algatroban fue más efectivo y seguro (27). En conclusión, son mínimas las diferencias entre
los cuatro agentes específicos para el manejo de TIH, por lo que es necesario
seleccionar cada droga en función de cada caso, sopesando el balance
riesgo-beneficio.
Otras terapias
Entre
las otras terapias por destacar, se encuentran el intercambio de plasma y la
administración de inmunoglobulina intravenosa (28-30). Onuoha y
colaboradores (28) realizaron una revisión sistemática y
metaanálisis, donde incluyeron 60 estudios en los que se evaluaron cuatro
categorías para el uso de intercambio de plasma e inmunoglobulina intravenosa:
tratamiento refractario de TIH (n = 35; 31%), tratamiento inicial (n
= 45; 40%), tratamiento posterior a cirugía cardiovascular (n = 30; 27%)
y otros (n = 2; 2%) (28). Se evidenció que la administración de
inmunoglobulina se usa con mayor frecuencia en el tratamiento de TIH refractaria
que el intercambio de plasma para la reexposición a la heparina posterior a
cirugía cardiovascular. Se encontró que ambas terapias tienen un rendimiento
adecuado en cuanto a seguridad y eficacia (28).
Particularmente,
otra revisión sistemática que evaluó 24 casos de TIH que fueron tratados con
inmunoglobulina evidenció que el 75% del conteo plaquetario se recuperó al
quinto día. No obstante, esta fue utilizada como terapia de segunda línea y con
dosis acumulada (2 g/kg) (29). Una revisión sistemática adicional que analizó
desenlaces con respecto al uso de la misma terapia en 34 individuos encontró
que el tiempo de resolución de la trombocitopenia fue, en promedio, a los tres
días, pasando de 28.000 plaquetas/µl a 159.000 plaquetas/µl. Se identificó
presencia de eventos tromboembólicos en el 32% de los pacientes y, posterior al
uso de inmunoglobulina, el 77% mejoró (30). Aunque esta
evidencia deriva de informes de casos y series de casos principalmente, algunos
autores en sus conclusiones sugieren que podría ser una terapia eficaz y segura
en el manejo de TIH. Sin embargo, en la actualidad es arriesgado plantear tal
afirmación.
Heparina no fraccionada vs. heparina de bajo peso
molecular: ¿cuál tiene menor riesgo de inducir TIH?
Teniendo
en cuenta la fisiopatología de esta condición, tanto la heparina no fraccionada
como la de bajo peso molecular pueden inducir TIH (31). Con la evidencia
disponible, la cual es limitada, no se puede determinar con certeza cuál tiene
mayor riesgo de inducir TIH, solamente se pueden analizar frecuencias. En el
estudio de Aryal y colaboradores (30), se observó que el 70% de los casos de TIH se
presentaron luego de la exposición de heparina no fraccionada, mientras que el
restante, a heparina de bajo peso molecular (30).
Una
revisión Cochrane, que tenía como objetivo comparar la incidencia de TIH y
tromboembolismo venoso como complicación en individuos expuestos a estos dos
agentes posterior a cirugía, evidenció que, con una muestra de 1398 individuos,
existió una reducción significativa del riesgo con el uso de heparina de bajo
peso molecular en comparación a la no fraccionada (RR 0,23; IC del 95%, 0,07 a
0,73) (32). El número necesario por tratar para obtener un
desenlace deseado adicional fue de 59, y el riesgo de TIH fue mucho menor en
aquellos que fueron sometidos a cirugías menores (RR 0,22; IC del 95% 0,06 a
0,84). No se reportaron muertes ni amputaciones por complicaciones vasculares
mayores. Lo anterior, aunque derivó de evidencia de baja calidad, permitió
concluir que la heparina de bajo peso molecular podría inducir, en menor
medida, TIH en comparación a la heparina no fraccionada (32).
Covid-19, vacunación y trombocitopenia inducida por heparina
Hoy
por hoy con la dinámica de la pandemia de covid-19, se ha discutido
vigorosamente el tema de las complicaciones autoinmunes y hematológicas
derivadas del tratamiento o de la vacunación para el control de esta
enfermedad. Al respecto, se ha encontrado que la incidencia global de TIH en
pacientes con covid-19 tratados con derivados heparínicos es de aproximadamente
0,8% (IC del 95%, 0,2% a 3,2%), y que es mayor en aquellos tratados con régimen
terapéutico (1,2%; IC del 95%, 0,3% a 3,9%) vs. profiláctico (0,1%; IC
del 95%, 0,0% a 0,4%) (33). Esta incidencia es mayor en pacientes
críticamente enfermos (2,2%; IC del 95%, 0,6% a 8,3%). En conclusión, se
determinó que la incidencia de TIH era similar en pacientes con covid-19 y no
infectados con covid-19 (33).
Sobre la vacunación y los antecedentes de TIH,
Faruqi y colaboradores (34) realizaron un seguimiento a 20 pacientes con
antecedentes confirmados de este trastorno inmunomediado y que recibieron la vacuna de AstraZeneca, y observaron
que ninguno reportó signos o síntomas de trombocitopenia ni trombosis (34).
Sin embargo, un estudio realizado en modelos murinos con análisis proteómico (35)
encontró una segunda vía que podría causar TIH en pacientes vacunados con el
prototipo de vacuna de AstraZeneca, por la interacción de proteínas T-REx
HEK293 que contiene el ácido etilendiaminotetraacético de la vacuna. Se
evidenció que, al administrar la vacuna, se forman complejos vacuna-factor 4
plaquetario, y esto genera una respuesta proinflamatoria a expensas de células
B con producción de anticuerpos aFP4, responsables en gran medida del TIH (35).
Dentro de lo reportado en la literatura, los eventos tromboembólicos derivados
de la administración de vacunas contra la covid-19 en su mayoría son
categorizados como atípicos y asociados a un gran número de variables (36).
Por lo tanto, aunque no se puede afirmar con certeza que esta sea una de esas
razones, no se puede descartar aún que no sea un potencial factor de riesgo (37).
En
este orden de ideas, es necesario realizar un registro multicéntrico
internacional que permita conocer con mayor profundidad otras variables
relacionadas a la incidencia, fisiopatología, manejo, desenlace y pronóstico de
la TIH, teniendo en cuenta que gran parte de la evidencia se limita a informes
de casos y series de casos (38), y estos provienen, en su mayoría, de países del
primer mundo, aunque se desconoce el panorama en países desarrollados, donde
existen dificultades sobre los factores por considerar para la elección del
agente terapéutico, tales como costos, disponibilidad de equipos altamente
capacitados, infraestructura, equipos, entre
otros. Falta conocer, además, el rendimiento de las escalas para diagnóstico en
grandes muestras, y a medida que se han ido reevaluando, ha sido necesario
modificarlos.
Conclusiones
La
anticoagulación de la trombocitopenia inducida por heparina debe definirse en
función de aspectos relacionados al uso de los fármacos, factores de riesgo del
paciente y experiencia del clínico. Parece ser que, al sopesar riesgo-beneficio
y los estimados de efectividad-seguridad entre los anticoagulantes orales y los
agentes específicos, los anticoagulantes orales serían más seguros y eficaces.
No obstante, la evidencia es todavía bastante limitada.
Referencias
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