MANEJO DE LA CRISIS ASMÁTICA EN EL ADULTO

MANAGEMENT OF THE ASTHMA CRISIS IN THE ADULT PATIENT

Martín Maillo,1 Pascual Valdez,2 Gonzalo Camargo,3 Walter Mattarucco4

1 Ex director del Comité de Asma y Vías Aéreas Inferiores, Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica.

2 Especialista en Terapia Intensiva, Clínica Médica, Emergencias. Ex presidente de la Sociedad Argentina de Medicina. Miembro del Consejo de Medicina Respiratoria de la SAM.

3 Especialista en Emergentología. Presidente de la Sociedad Argentina de Emergencias.

4 Coordinador de la Sección de Inmunología y Enfermedades Obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.

CONTACTOS PARA CORRESPONDENCIA

Correo electrónico: Martín Maillo, martinmaillo05@yahoo.com.ar; Pascual Valdez, rpascual46@gmail.com; Gonzalo Camargo, gonzalomcamargo@gmail.com; Walter Mattarucco, walter.mattarucco@gmail.com

Los autores manifiestan no poseer conflictos de intereses.

 

 

Resumen

La crisis de asma es un episodio agudo o subagudo que se caracteriza por el aumento progresivo de la dificultad para respirar con disnea, tos, opresión torácica, sibilancias y disminución del flujo espiratorio. Puede variar desde episodios leves hasta otros muy graves o fatales. El manejo debe iniciarse con una evaluación adecuada del paciente (evaluación estática) y luego de administrar el tratamiento (evaluación dinámica). Esta debe incluir: a) el correcto diagnóstico de una exacerbación asmática (descartando otros cuadros similares); b) la adecuada estratificación de gravedad de la crisis, identificando los signos y síntomas de compromiso vital, y c) la evaluación objetiva de la obstrucción del flujo aéreo (espirometría y/o flujo pico espiratorio) y el intercambio gaseoso (oximetría de pulso y/o gasometría arterial). Los objetivos principales del tratamiento son preservar la vida del paciente y revertir los síntomas. Los broncodilatadores de acción corta, los corticoides sistémicos y el oxígeno son la base de este tratamiento. En algunos casos también se pueden usar corticoides inhalados, sulfato de magnesio endovenoso y/o inhalado y ventilación no invasiva. Se debe seguir un protocolo estandarizado de manejo en función de la gravedad de la crisis. La decisión de hospitalizar a un paciente debe realizarse en las primeras 3 horas del tratamiento de la crisis. En el momento del alta, es importante que siempre estén bien definidos estos cinco puntos: 1) Corticoides sistémicos: reducen la mortalidad y las recaídas. Usar prednisona o meprednisona 40-50 mg/día durante 5-7 días. 2) Medicación inhalatoria de mantenimiento: es necesario ajustar el tratamiento de mantenimiento luego de una crisis. Chequear siempre la adherencia al tratamiento y el correcto uso de los dispositivos de inhaloterapia. 3) Medicación inhalatoria de rescate: siempre disponer de medicación de rescate para ser utilizada cuando haya síntomas. Dosis bajas de corticoides inhalados/formoterol a demanda es la opción de rescate preferida por GINA. Salbutamol es la indicación alternativa. 4) Plan de acción por escrito: entregar siempre al paciente. Ayuda a responder rápidamente cuando el asma empeora. 5) Consulta de seguimiento: idealmente antes de que finalice la administración de corticoides sistémicos. No se deben indicar broncodilatadores agonistas β de acción corta (SABA) como monoterapia o de forma reglada. Por seguridad, desde 2019, GINA ya no recomienda la monoterapia con salbutamol para tratar el asma dado que aumenta el riesgo de exacerbación severa e incrementa el riesgo de mortalidad relacionada con el asma.  

Palabras clave. Crisis asmática, espirometría, corticoides sistémicos, corticoides inhalados, LABA, SABA.

 

Abstract

An asthma attack is an acute or subacute episode characterized by a progressive increase in shortness of breath with dyspnea, cough, chest tightness, wheezing, and decreased expiratory flow. It can range from mild episodes to very serious or fatal ones. Management should begin with an appropriate assessment of the patient (static assessment) and after administration of treatment (dynamic assessment). This should include: a) the correct diagnosis of an asthma exacerbation (ruling out other similar conditions); b) adequate stratification of the severity of the crisis, identifying the signs and symptoms of vital compromise, and c) objective evaluation of airflow obstruction (spirometry and/or peak expiratory flow) and gas exchange (pulse oximetry and/or arterial blood gases). The main goals of treatment are to preserve patient’s life and reverse symptoms. Short-acting bronchodilators, systemic corticosteroids, and oxygen are the mainstay of such treatment. In some cases, inhaled corticosteroids, intravenous and/or inhaled magnesium sulfate and non-invasive ventilation can also be used. A standardized management protocol should be followed depending on the severity of the crisis. The decision to hospitalize a patient must be made within three hours of starting crisis treatment. At the time of discharge, it is important that these five points are well defined: 1) Systemic corticosteroids: they reduce mortality and relapses. Use prednisone or meprednisone 40-50 mg/day for 5 to 7 days. 2) Maintenance inhalation medication: it is necessary to adjust the maintenance treatment after a crisis. Always check adherence to treatment and the correct use of inhalation therapy devices. 3) Rescue inhalation medication: always have rescue medication available to be used in the presence of symptoms. Low-dose inhaled corticosteroids/formoterol on demand is the rescue option preferred by GINA. Salbutamol is the alternative indication. 4) Written action plan: always deliver it to the patient. It helps respond quickly when asthma worsens. 5) Follow-up consultation: ideally before the end of systemic corticosteroids. Short-acting β agonist bronchodilators (SABA) should not be indicated as monotherapy or in a regulated manner. For safety purposes, as of 2019, GINA no longer recommends salbutamol monotherapy to treat asthma as it increases the risk of severe exacerbation and increases the risk of asthma-related mortality.

Key words. Asthmatic crisis, spirometry, systemic corticosteroids, inhaled corticosteroids, LABA, SABA.

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s26184311/h6x75kkvn

 

 

 

Introducción

 

La crisis de asma (también llamada exacerbación, agudización o ataque de asma) es un episodio agudo o subagudo en donde se produce un cambio o deterioro de la situación clínica habitual de un paciente que es lo suficientemente importante como para requerir una modificación de su tratamiento basal (1,2). Se caracteriza por el aumento progresivo de la dificultad para respirar con disnea, tos, opresión torácica, sibilancias y disminución del flujo espiratorio, generado por un episodio de broncoespasmo mucho más intenso que lo habitual; y puede ocurrir en pacientes con diagnóstico de asma o ser su primera manifestación. La gravedad de la crisis puede variar desde episodios leves hasta otros de extrema gravedad que pueden causar un paro respiratorio y la muerte, por lo que se requiere una inmediata atención para minimizar sus consecuencias (1,2).

Es un motivo de consulta sumamente frecuente, por lo que se necesita contar con un equipo de salud bien capacitado para realizar el manejo adecuado de estos episodios. La crisis de asma representa el 12-15% de las consultas por disnea en las guardias de los hospitales generales (3,4), entre el 20% y el 30% requiere hospitalización y de ellas 4-7% en unidades de cuidado intensivo (UCI) (5). En los Estados Unidos, se estima que los servicios de urgencias atienden por año aproximadamente 1,5 a 2 millones de episodios de exacerbación de asma (6). En la Argentina, el 4% de la población de entre 20 y 44 años presenta ≥1 crisis de asma por año, y el 55% de estos pacientes consultan en los departamentos de emergencia (7); según los datos de la Dirección de Estadística e Información para la Salud de la Nación, en 2018 se registraron más de 17 mil hospitalizaciones en el sector público y 382 muertes por asma (8).

Los síntomas dependen de cómo los diversos desencadenantes, como los alergenos, la polución ambiental y/o laboral, las infecciones del tracto respiratorio (sobre todo las virales), los cambios climáticos, el estrés emocional, el consumo de drogas y otros, actúan sobre la vía aérea poniendo en marcha los mecanismos inflamatorios y la broncoconstricción, lo que da como resultado la obstrucción de la vía aérea. Durante la crisis asmática no sólo se observa broncoconstricción, sino que se destacan la inflamación, el edema de la mucosa y el aumento de la producción de secreciones. Estos mecanismos generan aumento de la resistencia y del trabajo respiratorio, ineficiencia del intercambio gaseoso y fatiga muscular, lo que puede causar insuficiencia respiratoria (5).

Cualquier paciente con asma puede presentar una crisis, independientemente de su grado de gravedad de su patología (9), y esto se relaciona con la sobreutilización de broncodilatadores de acción corta (≥3 inhaladores/año), el insuficiente uso de tratamiento antiinflamatorio, la mala adherencia del paciente con el tratamiento prescrito, la presencia del tabaquismo u otras comorbilidades (obesidad, enfermedad psiquiátrica, etc.), así como el número de exacerbaciones previas (1).

 

 

Evaluación de la crisis de asma

 

La crisis asmática es un evento potencialmente fatal si no se evalúa y trata de forma adecuada, por lo que es de suma importancia reconocer los signos y síntomas de riesgo y administrar de manera temprana el tratamiento adecuado. Este es el desafío de los departamentos de emergencias (1,2).

La valoración de la crisis debe realizarse en dos etapas: al inicio (evaluación estática) y luego de administrar el tratamiento (evaluación dinámica) (1,2,5).

 

1) Evaluación inicial o estática.

La evaluación de una crisis asmática, independientemente del medio en que nos encontremos, consta de tres puntos básicos: a) confirmar que realmente nos encontramos ante una crisis asmática (diagnóstico diferencial); b) identificar a los pacientes con riesgo de morir por asma y c) evaluar de forma correcta la gravedad de la crisis, lo que va a determinar su tratamiento (1,2,5).

 

A) Confirmar el diagnóstico correcto: las crisis de asma pueden ocurrir en pacientes que ya tienen diagnóstico conocido de asma o ser su primera manifestación. En este punto la anamnesis es fundamental, ya que nos orienta sobre el origen de los síntomas y nos permite plantear los diagnósticos diferenciales. En relación con el tiempo de evolución de los síntomas, la exacerbación asmática se puede dividir en dos tipos:

-    De instauración lenta o progresiva: es la más común (>80% de los pacientes), los síntomas progresan lentamente en días o semanas, y se producen fundamentalmente por un mecanismo inflamatorio, por lo que la respuesta terapéutica es más lenta. Suelen ser desencadenados por infección de la vía aérea superior o mal manejo del asma per se, y suele ser más común en las mujeres (2,5).

-    De instauración súbita o rápida: la obstrucción es aguda o hiperaguda, se presenta en minutos u horas y se produce por un mecanismo de broncoconstricción. Se asocia a una mayor gravedad inicial y riesgo vital, pero muestra una respuesta al tratamiento mucho más rápida y favorable. Suele asociarse a distintos alergenos inhalados, fármacos (antiinflamatorios no esteroides [AINE]), alimentos, o estrés emocional (2,5)

Existen una serie de entidades que pueden simular una crisis de asma, por lo que se debe plantear el diagnóstico diferencial con: insuficiencia cardíaca congestiva, edema agudo de pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) reagudizado, embolia de pulmón, obstrucción laríngea, traqueal o bronquial de diversa etiología, o con el síndrome de hiperventilación.

 

B) Identificar a los pacientes con riesgo de morir por asma: hay algunos datos que son predictores de mala evolución en los pacientes que presentan una crisis asmática, que siempre debemos tener en consideración (1,2,5,10,11):

-    Historia de asma casi fatal, asistencia respiratoria mecánica (ARM) o internación en UTI

-    Internaciones por crisis de asma en los últimos 12 meses

-    Número de consultas a guardia (hospitalarias o prehospitalarias) en los últimos 12 meses

-    Mala o pobre percepción de los síntomas (ancianos, adolescentes, enfermos psiquiátricos)

-    Uso de corticoides orales o suspendidos recientemente

-    Mala o pobre adherencia al tratamiento con corticoides inhalados

-    Sobreutilización de broncodilatadores agonistas beta de acción corta (≥1 inhalador por mes)

-    Patología psiquiátrica (alexitimia, depresión, psicosis, etc.)

-    Adicciones (alcohol, drogas)

-    Dificultad en el acceso a la atención médica y/o la medicación

-    Mala condición socioeconómica y/o educativa

-    Comorbilidades severas y/o mal controladas

-    Alergia alimentaria confirmada.

 

C) Evaluar la gravedad de la crisis: debemos identificar los signos y síntomas de compromiso vital, valorar de forma global la gravedad de la crisis, medir de manera objetiva el grado de obstrucción del flujo aéreo y su repercusión en el intercambio gaseoso (1,2,5,10,11).

Las anormalidades que podemos evidenciar en el examen respiratorio van desde taquipnea a bradipnea en los casos más severos. El uso de músculos accesorios con tiraje supraesternal e intercostal se correlaciona con el grado de obstrucción. En los pacientes con crisis severas que presentan fatiga de los músculos respiratorios se puede evidenciar respiración paradojal. Si bien las sibilancias son un signo de obstrucción del flujo aéreo, no pueden predecir la severidad de la misma. El silencio auscultatorio es signo de gravedad. En el nivel cardiovascular, la taquicardia e hipertensión arterial se relacionan con la liberación de catecolaminas endógenas, pero otras manifestaciones como la hipotensión, la bradicardia y la aparición de pulso paradojal, dependen del cambio de presiones intratorácicas debidas al atrapamiento aéreo y a la fatiga de los músculos respiratorios (5).

Los datos del interrogatorio y los hallazgos del examen clínico pueden subestimar la severidad de la crisis, por lo que es fundamental contar en todos los pacientes con datos objetivos que evalúen la obstrucción del flujo aéreo. La evaluación de los parámetros espirométricos como el VEF1 y el pico del flujo espiratorio (PFE) permiten evaluar y clasificar mejor la severidad del cuadro. En caso de no contar con un espirómetro, la medición del pico del flujo es útil para realizar una evaluación inicial y también de la respuesta al tratamiento. La saturometría de pulso es una forma no invasiva y fácil para evaluar el intercambio gaseoso, pero es un predictor pobre de la respuesta al tratamiento. Un valor inferior al 90-92%, con el uso o no de oxígeno suplementario, puede asociarse a hipercapnia y mayor gravedad del cuadro, por lo que está indicada la gasometría arterial (2,5).

 

TABLA 1. SIGNOS CLÍNICOS Y GRADOS DE SEVERIDAD DE LA CRISIS ASMÁTICA (2,5,11)

 

Leve

Moderada

Severa

Con riesgo de vida

Disnea

Leve

Moderada

Severa

Respiración agónica

Habla en

Párrafos

Frases

Palabras

Ausente

Conciencia

El paciente puede estar agitado

Excitación +

Excitación ++

Somnoliento/confuso

FC(X MIN)

<100

100-120

>120

Bradicardia

FR (X MIN)

Aumentada

>20

>30 x min

Bradipnea

Uso de músculos accesorios

No

Frecuente

Muy evidente

Respiración paradojal, depresión epigástrica inspiratoria

Sibilancias

Presentes

Presentes

Presentes

Ausentes

PFE o VEF1 (% del teórico)

>70 %

40-69%

<40%

 

PaO2 (aire)

Normal

>60 mm Hg

<60 mm Hg, posible cianosis

Hipoxemia severa

PaCO2

<40 mm Hg

<40 mm Hg

>40 mm Hg

Hipercapnia / acidosis respiratoria

SatO2 (aire)

>95%

90-95%

<90%

 

 

2) Evaluación dinámica.

Todos los pacientes con crisis de asma deben ser evaluados periódicamente para identificar a quienes no evolucionan en forma adecuada y/o los que presentan alguna complicación vinculada al evento agudo. La respuesta terapéutica inicial de la obstrucción del flujo aéreo es el principal factor pronóstico en la valoración de la crisis. Se considera una respuesta satisfactoria cuando el VEF1 o el PFE es >45% del valor predicho a los 30 minutos del inicio del tratamiento o presenta un incremento mínimo de 50/l sobre su valor basal (1,2,5,10,11).

Otras pruebas complementarias, como radiografía de tórax o electrocardiograma, están indicadas en casos de fiebre o sospecha de infección (neumonía), dolor o disnea intensa que sugieran neumotórax o neumomediastino, cuando la respuesta terapéutica, medida a través de parámetros objetivos, no sea la adecuada y ante crisis con riesgo de vida (1,2,5,10,11).

 

 

Tratamiento

 

Los objetivos principales del tratamiento son preservar la vida del paciente y revertir los síntomas, para lo cual es necesario (2,5,10-12):

-    Revertir o mejorar la obstrucción de la vía aérea

-    Disminuir la inflamación bronquial

-    Mantener una oxigenación adecuada

-    Evitar la fatiga muscular

-    Prevenir las recaídas

La base del tratamiento para las crisis de asma son los broncodilatadores de acción corta, los corticoides sistémicos y el oxígeno. También se dispone de evidencia de un efecto beneficioso de otras medidas terapéuticas como los corticoides inhalados, el sulfato de magnesio EV y/o inhalado, y la ventilación no invasiva, entre otros (2,5,10-12).

Una evaluación global del manejo en función de la gravedad de la crisis y del tratamiento propuesto se muestra en la figura 1.

 

Figura 1. Tratamiento de la crisis de asma según su gravedad. Adaptado de 1,2,5,10,11.

 

A) Broncodilatadores: La vía inhalatoria es de elección por ser más efectiva que la vía parenteral. Tiene un comienzo de acción más rápido, las dosis utilizadas son menores y los efectos colaterales son menos frecuentes. La recomendación es utilizar aerosoles presurizados de dosis medida (pMDI) con cámaras de inhalación de gran volumen (>145 ml) para evitar los problemas de coordinación. Si no dispone de dispositivos pMDI utilice nebulización con jet de oxígeno para administrar los broncodilatadores, aunque esta NO es la opción recomendada por la gran aerosolización de partículas que genera.

     Los agonistas beta de acción corta y rápida como el salbutamol, el fenoterol o la terbutalina constituyen el tratamiento broncodilatador de primera línea. El inicio de acción se evidencia a los 5 minutos y el pico, a los 15 minutos. La administración debe ser reiterada cada 20 o 30 minutos, y tanto las dosis como los intervalos de administración deberán individualizarse en función de la gravedad de la crisis, la vía de administración elegida y la respuesta terapéutica (1,2,5,10-12).

     Los anticolinérgicos como el ipratropio actúan promoviendo la broncodilatación y disminuyendo la secreción mucosa. El comienzo de acción se observa entre los 3 y los 30 minutos y la duración del efecto es de 6 horas (1,2,5,10-12). Su uso en combinación con salbutamol reduce el número de internaciones, mejora la función pulmonar y no se relaciona con aumento en los efectos adversos (13,14). No se aconseja utilizarlo como monoterapia (5).

 

B) Corticoides sistémicos (CS): Los glucocorticoides sistémicos aceleran la resolución de la crisis y evitan las recidivas. Deben prescribirse de forma temprana, en la primera hora del tratamiento en la guardia, ya que su efecto comienza tras 4-6 horas de la administración. Están especialmente indicados si no se observa mejoría tras la primera dosis de agonistas β de acción corta (SABA), si el paciente ya estaba tomándolos o si ha tenido crisis anteriores en las que los hubiera requerido. La vía de administración de elección es la oral, al ser tan efectiva, menos invasiva y más económica que la intravenosa. Esta última se reserva para cuando el paciente tenga una disnea tan intensa que le impida la deglución, presente vómitos o se encuentre sometido a ventilación mecánica (1,2,5,10-12).

 

C) Oxígeno: Se debe iniciar la administración de oxígeno sin demora cuando el paciente presenta una SatO2 <90%, titulando el ascenso hasta alcanzar una saturación de ≥92% (o mayor del 95% en las embarazadas o en pacientes con patología cardíaca concomitante). La utilización de FiO2 elevadas puede generar hipercapnia y acidosis respiratoria, especialmente en los pacientes con mayor obstrucción, por lo que es preferible usar oxígeno con una FiO2 controlada (máscara de Venturi) (1,2,5,11,12).

 

D) Corticoides inhalados (CI): El uso tempano en dosis altas de CI junto a CS durante la primera hora de asistencia proporciona una reducción aún mayor del número de ingresos hospitalarios. El uso de CI no reemplaza el de CS (1,2,5,11,12).

 

E) Sulfato de magnesio: La administración de sulfato de magnesio de forma rutinaria no está indicada, aunque en pacientes con obstrucción grave (FEV1 25-30% del teórico) o hipoxemia persistente, una dosis única de 2 g a pasar en infusión EV durante 20 minutos reduce la necesidad de hospitalización (1,2,5,11,12).

     En pacientes graves, el sulfato de magnesio inhalado asociado a los broncodilatadores ha demostrado reducir los ingresos hospitalarios además de brindar una mejoría discreta de la función pulmonar (1,2).

 

F)  Adrenalina: La adrenalina por vía intravenosa únicamente estaría indicada en el caso de paro cardíaco o en pacientes hipotensos que no respondan a la reposición de volumen intravenoso y múltiples dosis de adrenalina intramuscular (1,2).

 

G) Ventilación no invasiva (VNI): La VNI puede ser una opción en la crisis grave resistente al tratamiento. Permite mejorar la frecuencia respiratoria, la disnea y, sobre todo, la obstrucción, bien por efecto directo de la presión positiva o indirectamente al contribuir a una mejor distribución de los aerosoles (2,15,16). Se debe controlar muy de cerca al paciente para no demorar la ventilación mecánica invasiva en casos con compromiso vital inminente.

 

H) Drogas no recomendadas

-    Teofilina/aminofilina: no deben emplearse en las crisis por el escaso efecto broncodilatador y sus importantes efectos secundarios (1,2,5).

-    Sedantes: están contraindicados en el tratamiento de la crisis asmática a menos que el paciente los requiera para iniciar asistencia respiratoria mecánica (1,2,5).

-    Antibióticos: no existe evidencia que soporte el uso rutinario de antibióticos en el tratamiento de la crisis de asma (1,2,5,17).

-    Antileucotrienos: respecto de los antagonistas de los leucotrienos, tanto por vía oral como intravenosa, no existen datos que respalden su uso (1,2,5).

 

 

Criterios de hospitalización

 

La decisión de hospitalizar a un paciente debe realizarse en las primeras 3 h del tratamiento de la crisis, ya que los períodos de monitorización superiores rara vez modifican la toma de decisiones. No obstante, la evaluación del estado clínico y de la función pulmonar como respuesta al tratamiento, realizada en la primera hora de evolución en la guardia, ya permite predecir la necesidad de hospitalización (1,2,5).

Los criterios de derivación u hospitalización en la sala general o en la UCI se enumeran en la tabla 2.

 

Criterios para el alta hospitalaria

 

No se dispone de parámetros que permitan dar de alta a un paciente con total seguridad, por lo que la decisión suele ser el resultado de la observación clínica del médico acerca del estado general del paciente, de la saturación, del grado de obstrucción de la vía aérea y del volumen de tratamiento que el mismo está recibiendo (1,2,5). Se puede plantear el alta cuando el paciente tiene: 

-    Mínimo volumen de síntomas.

-    Estabilidad clínica por >24 h.

-    PFE o VEF1 >70% de su teórico.

-    Adecuada saturación respirando aire ambiente.

-    Tratamiento que pueda realizar en su domicilio, con baja necesidad de medicación de rescate.

-    Uso adecuado de los dispositivos (paciente o cuidador).

 

 

Indicaciones en el momento del alta

 

El tratamiento de los pacientes con crisis de asma no finaliza en el momento del alta. Luego de recibir asistencia en una sala de emergencias o de estar internados por una crisis de asma, aproximadamente el 25% de los pacientes vuelven a ser internados dentro de las dos semanas siguientes al alta, y esto se asocia en gran medida con un tratamiento ambulatorio insuficiente (11,18,19). Todos los pacientes deben tener indicaciones claras sobre qué medicación deben usar y cómo, a los fines de evitar las complicaciones relacionadas con las crisis.

Es de suma importancia que, en las indicaciones del alta, siempre estén bien definidos los cinco puntos siguientes:

 

1)  Corticoides sistémicos: El uso de corticoides sistémicos durante la crisis y en el manejo posterior a esta son importantes ya que reducen la mortalidad, las recaídas y la necesidad de hospitalización. Indicar prednisona o meprednisona 40 a 50 mg por día durante 5 a 7 días. Los corticoides se pueden suspender sin necesidad de realizar un descenso gradual (1,2,11,20-22).

 

2)  Medicación inhalatoria de mantenimiento: Es necesario que todos los pacientes ajusten/aumenten su tratamiento de mantenimiento luego de una crisis (1,2,5,11).

-    Si están utilizando sólo corticoides inhalados (CI) de forma reglada, deben pasar a una combinación de CI + agonistas β2 de acción prolongada (LABA, su sigla en inglés).

-    Si están usando combinación de CI/LABA, deben ajustar la dosis de esta. GINA recomienda que en pacientes con exacerbaciones pese a utilizar CI/LABA, se considere cambiar el esquema de tratamiento a mantenimiento y rescate con CI/formoterol (1).

-    Si no tienen medicación controladora indicada, es necesario que comiencen con un esquema acorde al menos a un paso 3 de GINA (1).

 

Iniciar o aumentar la dosis de un esquema de tratamiento que contenga corticoides inhalados reduce el riesgo de recaídas y de futuras exacerbaciones. Es de suma importancia chequear siempre la adherencia al tratamiento y el correcto uso de los dispositivos de inhaloterapia (1,2,11).

 

3)  Medicación inhalatoria de rescate: El paciente siempre debe disponer de medicación de rescate para que pueda usarla cuando tenga síntomas. Dosis bajas de CI/formoterol a demanda es la opción de rescate preferida por GINA (1) ante cualquier gravedad del asma para adultos y adolescentes, sobre la base de la evidencia de eficacia, efectividad y seguridad para reducir las exacerbaciones severas (23-26).

     En el caso de que el paciente ya utilice medicación de mantenimiento con otra combinación de CI/LABA que no contenga formoterol, puede utilizar SABA como rescatador (1). En adultos, los anticolinérgicos de acción corta (ipratropio) pueden ser una alternativa de rescate; sin embargo, estos fármacos tienen un inicio de acción más prolongado (1).

 

4)  Plan de acción por escrito: Consiste en entregar al paciente en forma escrita las recomendaciones acordadas para el automanejo de su enfermedad. Es un componente clave del tratamiento, y debe incluir:

-   Tratamiento de mantenimiento para el control de los síntomas.

-   Cuándo y cómo ajustar la medicación de rescate y mantenimiento según la magnitud de sus síntomas y su situación clínica.

-   Instrucciones claras sobre cuándo consultar de forma urgente, si no hay respuesta al tratamiento.

El plan de acción por escrito ayuda a los pacientes a reconocer y responder de forma apropiada cuando el asma empeora, lo cual ayuda a evitar la mortalidad e incide sobre el uso de recursos en salud (1,11,27,28).

 

5)  Consulta de control: Luego del alta, todos los pacientes deberán ser valorados por su médico de cabecera, idealmente durante los siete días posteriores a la consulta en la guardia (antes de que finalice la administración de los CS) para evaluar si los síntomas persisten, los posibles desencadenantes de la crisis, así como los factores de riesgo para futuras exacerbaciones. Si la crisis ha sido grave, además deberá ser referido a un especialista para una evaluación dentro de los 30 días posteriores al evento (1,2,29,30).

 

Importante. Para recordar: No indicar broncodilatadores SABA como monoterapia o de forma reglada.

Por seguridad, desde 2019, GINA ya no recomienda la monoterapia con salbutamol para tratar el asma dado que aumenta el riesgo de exacerbación severa e incrementa el riesgo de mortalidad relacionada con el asma (1,31,32).

Usar SABA de forma regular (aunque sea sólo por una semana) aumenta la inflamación de la vía aérea y la hiperreactividad bronquial, disminuyendo la respuesta broncodilatadora (1,33).

 

 

Referencias bibliográficas

 

1.   GINA Report. Global initiative for asthma management and prevention 2021. Disponible en: http://www.ginasthma.org

2.   Guía española para el manejo del Asma - GEMA 5.1 2021. Disponible en https://www.gemasma.com

3.   Kuan WS, Craig S, Kelly AM, et al. Asthma among adult patients presenting with dyspnea to the emergency department: An observational study. Clin Respir J 2018;12(6):2117-25

4.   Hale ZE, Singhal A, Hsia RY. Causes of shortness of breath in the acute patient: a national study. Acad Emerg Med 2018;25(11):1227-34

5.   Menga G, Lombardi D, Saez Scherbovsky P y col. Recomendaciones prácticas para el manejo de la crisis asmática en pacientes adultos. RAMR 2015;4:325-35

6.   Most Recent National Asthma Data. Centers for Disease Control and Prevention. Disponible en https://www.cdc.gov/asthma/most_recent_national_asthma_data.htm

7.   Arias SJ, Neffen H, Bossio JC y col. Prevalencia y características clínicas del asma en adultos jóvenes en zonas urbanas de Argentina. Arch Bronconeumol 2018;54(3):134-9

8.   Bosio JC. Situación actual y perspectivas en asma. Departamento de Programas de Salud. Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias “Emilio Coni”. Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) con base en datos de la Dirección Nacional de Estadísticas e Información de Salud, Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación. República Argentina, 2019

9.   Suruki RY, Daugherty JB, Boudiaf N, Albers FC. The frequency of asthma exacerbations and healthcare utilization in patients with asthma from the UK and USA. BMC Pulm Med 2017;17(1):74

10. Guía práctica clínica para el manejo del asma agudo en emergencias. SAE (Sociedad Argentina de Emergentología), 2012

11. BTS / SIGN British guideline on the management of asthma. A national clinical guidelines, 2019. Disponible en https://www.brit-thoracic.org.uk/quality-improvement/guidelines/asthma

12. Bourdin A, Bjermer L, Brightling C, et al. ERS/EAACI statement on severe exacerbations in asthma in adults: facts, priorities and key research questions. Eur Respir J 2019;54(3):1900900

13. Rodrigo GJ, Rodrigo C. First-line therapy for adult patients with acute asthma receiving a multiple-dose protocol of ipratropium bromide plus albuterol in the emergency department. Am J Respir Crit Care Med 2000;161(6):1862-8

14. Kirkland SW, Vandenberghe C, Voaklander B, et al. Combined inhaled beta-agonist and anticholinergic agents for emergency management in adults with asthma. Cochrane Database Syst Rev 2017;1(1):CD001284

15. Pallin M, Naughton MT. Non-invasive ventilation in acute asthma. J Crit Care 2014;29(4):586-93

16. Stefan MS, Nathanson BH, Lagu T, et al. Outcomes of non-invasive and invasive ventilation in patients hospitalized with asthma exacerbation. Ann Am Thorac Soc 2016;13(7):1096-104

17. Normansell R, Sayer B, Waterson S, et al. Antibiotics for exacerbations of asthma. Cochrane Database Syst Rev 2018;6(6):CD002741

18. González-Barcala FJ, Calvo-Álvarez U, García-Sanz MT, et al. Asthma exacerbations: risk factors for hospital readmissions. Ir J Med Sci 2018;187(1):155-61

19. Buyantseva LV, Brooks J, Rossi M, et al. Risk factors associated with 30-day asthma readmissions. J Asthma 2016;53(7):684-90

20. Rowe BH, Spooner CH, Ducharme FM, et al. Corticosteroids for preventing relapse following acute exacerbations of asthma. Cochrane Database Syst Rev 2007;(3):CD000195

21. Reddel HK, Barnes DJ. Pharmacological strategies for self-management of asthma exacerbations. Eur Respir J 2006;28(1):182-99

22. Román Rodríguez M, Ginel Mendoza L, Blanco Aparicio M y col. Qué no se debe hacer en el manejo terapéutico del asma bronquial. Recomendaciones por consenso Delphi para los médicos que tratan el asma. Aten Primaria 2021;53(7):102101

23. O’Byrne PM, FitzGerald JM, Bateman ED, et al. Effect of a single day of increased as-needed budesonide-formoterol use on short-term risk of severe exacerbations in patients with mild asthma: a post-hoc analysis of the SYGMA 1 study. Lancet Respir Med 2021;9(2):149-58

24. Rabe KF, Atienza T, Magyar P, et al. Effect of budesonide in combination with formoterol for reliever therapy in asthma exacerbations: a randomised controlled, double-blind study. Lancet 2006;368(9537):744-53

25. Jorup C, Lythgoe D, Bisgaard H. Budesonide/formoterol maintenance and reliever therapy in adolescent patients with asthma. Eur Respir J 2018;51(1):1701688

26. Hatter L, Bruce P, Braithwaite I, et al. ICS-formoterol reliever versus ICS and short-acting β2-agonist reliever in asthma: a systematic review and meta-analysis. ERJ Open Res 2021;7(1):00701-2020

27. Gibson PG, Powell H. Written action plans for asthma: an evidence-based review of the key components. Thorax 2004;59(2):94-9

28. Hodkinson A, Bower P, Grigoroglou C, et al. Self-management interventions to reduce healthcare use and improve quality of life among patients with asthma: systematic review and network meta-analysis. BMJ 2020;370:m2521

29. Tapp S, Lasserson TJ, Rowe BH. Education interventions for adults who attend the emergency room for acute asthma. Cochrane Database of Systematic Reviews 2007;(3):CD003000

30. Piñera P, Delgado J, Domínguez J, Labrador M, Álvarez FJ, Martínez E, et al. Management of asthma in the emergency department: a consensus statement. Emergencias 2018;30(4):268-77

31. Nwaru BI, Ekström M, Hasvold P, et al. Overuse of short-acting β2-agonists in asthma is associated with increased risk of exacerbation and mortality: a nationwide cohort study of the global SABINA programme. Eur Respir J 2020;55(4):1901872

32. Reddel HK, Ampon RD, Sawyer SM, Peters MJ. Risks associated with managing asthma without a preventer: urgent healthcare, poor asthma control and over-the-counter reliever use in a cross-sectional population survey. BMJ Open 2017;7(9):e016688

33. Hancox RJ. Concluding remarks: can we explain the association of beta-agonists with asthma mortality? A hypothesis. Clin Rev Allergy Immunol 2006;31(2-3):279-88