ENFERMEDADES
CRÓNICAS NO TRANSMISIBLES EN EL SIGLO XXI
CHRONIC NON-COMMUNICABLE
DISEASES IN THE 21st CENTURY
Cristián Panigadi,1 2 3 6
Claudio Berardi,1
3 Hugo Milione1 2
3 6 Luis Cámera,3 4 6 Pascual Valdez1
3 5 6
1 Profesor de la Universidad Nacional de La
Matanza.
2 Staff de clínica médica del Hospital Paroissien.
3 Especialista en clínica médica.
4 Staff de clínica médica del Hospital Italiano.
5 Staff de terapia intensiva del Hospital Vélez Sarsfield.
6 Miembro
de la Sociedad Argentina Medicina.
AUTOR PARA CORRESPONDENCIA
Dr. Pascual Valdez. Correo electrónico: rpascual46@gmail.com
Los autores manifiestan no
poseer conflictos de intereses.
Resumen
En Argentina, las enfermedades crónicas no
transmisibles ocasionan el 73,4% de las muertes, el 52% de los años de vida
perdidos por muerte prematura y el 76% de los años de vida ajustados por
discapacidad. En 2015, el 40% de las muertes fueron por causa cardiovascular y
el 25%, por causa oncológica. Las enfermedades crónicas no transmisibles se
asocian a factores de riesgo modificables, son muertes prevenibles, algunas de
ellas con una patología potencialmente curable o controlable, con
intervenciones de largo plazo o puntuales, muchas veces sencillas y no muy
costosas. Los especialistas en clínica médica deberían brindar una atención
integral e integrada del paciente adulto; organizada con relación a los
perfiles epidemiológicos; con respeto por las necesidades de salud del
individuo y de la comunidad; en el marco de los servicios de salud de baja,
mediana y alta complejidad. Ningún problema de salud del adulto, desde la
juventud hasta la ancianidad, es ajeno a su incumbencia y responsabilidad.
Muchos de los desafíos que enfrentan los sistemas de atención de la salud, como
la aparición constante (casi “semanal”) de nuevas tecnologías sanitarias, el
envejecimiento poblacional y la transición epidemiológica hacia perfiles donde
se suman enfermedades crónicas, con pluripatología, que se complejizan con una
necesidad y una demanda social de mayor calidad y seguridad en los procesos de
atención, requieren que se haga frente a los efectos adversos de la
subespecialización médica. Y una vez más, acá están los clínicos. Las
enfermedades crónicas no transmisibles no deberían ser comandadas por
expertos en hipertensión, diabetes, dislipemia, obesidad o cardiología. El rol
del profesional en el primer nivel de atención (generalistas y clínicos, junto
al resto de los otros profesionales del equipo de salud) y la tarea del clínico
en el segundo nivel son fundamentales para el abordaje de esas problemáticas,
que en contadas ocasiones podrán requerir la presencia del hiperexperto
(pero siempre en el contexto del trabajo en equipo, superador del concepto de interconsulta,
y, por supuesto, descartando el término derivación).
Palabras clave. Enfermedades crónicas no transmisibles, médicos clínicos, factores de
riesgo, diabetes, obesidad, hipertensión, dislipemia.
Abstract
In
Argentina, chronic non-communicable diseases are responsible for 73.4% of
deaths, 52% of life years lost due to premature death, and 76% of
disability-adjusted life years. By 2015, 40% of deaths were related to
cardiovascular causes and 25%, related to oncological causes. Chronic
non-communicable diseases are associated with modifiable risk factors, they are
preventable deaths, some of them with potentially curable or controllable
pathologies with long-term or specific interventions, often simple and inexpensive.
Medical clinic specialists should provide comprehensive and integrated care of
the adult patient, organized according to epidemiological profiles, respecting
the health needs of the individual and the community, within the framework of
low, medium and high complexity health services. There is no health problem for
adults, from youth to old age, beyond the medical clinic specialist’s
responsibility and concern. The constant appearance (almost “weekly”) of new
health technologies, population aging and the epidemiological transition
towards profiles where chronic diseases are added —with multiple pathologies—
that become more complex with a need and a social demand for higher quality and
safety in the care processes, are many of the challenges faced by health care
systems that require the adverse effects of medical sub-specialization to be
faced. And once again, here are the clinicians. Chronic non-communicable
diseases should not be “commanded” by experts in hypertension, diabetes,
dyslipidemia, obesity, or cardiology. The role of the professional in the first
level of care (generalists and clinicians together with the rest of the
professionals of the health team) and the task of the clinician in the second
level are fundamental for addressing these problems, which may rarely require
the presence of the “hyper-expert” (but always in the context of teamwork,
overcoming the concept of interconsultation and, of course, dismissing the term referral).
Key words. Chronic
non-transmissible diseases, clinical medical specialists, risk factors,
diabetes, obesity, hypertension, dyslipidemia.
ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s26184311/8p26spn3h
Introducción
La Cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo
se realizó en el último trimestre de 2018, dentro del marco de la Estrategia
Nacional para la Prevención y Control de las Enfermedades No Transmisibles
(ENT). Se llevó a cabo entre el Instituto Nacional de Estadística y Censos
(INDEC) y el Ministerio de Salud y Acción Social, a través de la que en ese
momento era la Secretaría de Salud de la Nación. Incluyó a personas mayores de
18 años, habitantes de poblaciones urbanas de más de 5000 habitantes, de las 24
jurisdicciones del país.
Estructuralmente,
la encuesta forma parte del sistema integrado de encuesta a hogares y del
sistema de vigilancia de enfermedades no transmisibles, y se realizó también en
años anteriores (2005, 2009, 2013 hasta la última, en 2018) (1-4). En esta oportunidad, y como innovación, se agregó una etapa final
con mediciones físicas y bioquímicas, con lo cual, en realidad, pasó de
encuesta a convertirse en un estudio epidemiológico de corte transversal.
Este
desarrollo estuvo ligado al apoyo financiero del Banco Mundial mediante el
Programa PROTEGER (Proyecto de Protección de la Población Vulnerable contra las
ENT), financiamiento externo que tenía como objetivos mejorar las condiciones
de atención de la población vulnerable y proteger a este grupo de las de mayor
prevalencia.
Se
dividirá el contenido del artículo en:
- Cuarta Encuesta Nacional de Factores de
Riesgo. Descripción, análisis y comentarios.
- El rol de los clínicos en las enfermedades
crónicas no transmisibles (ECrNT).
- Reflexiones desde la salud comunitaria.
Cuarta
Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. Descripción, análisis y comentarios
Encuesta
nacional y ENT. ¿Por qué hacer blanco en las ENT y ECrNT?
La encuesta define (en concordancia con la
Organización Mundial de la Salud y la bibliografía en general) como
“Enfermedades NO Transmisibles” a dos grupos de enfermedades:
1. Las enfermedades crónicas NO transmisibles
(ECrNT). Este grupo engloba a cuatro grandes patologías: enfermedades
cardiocerebrovasculares, diabetes, cáncer y enfermedades respiratorias crónicas
(*).
2. Las lesiones por causa externa. Este grupo
incluye siniestros viales, suicidios y homicidios.
(*)
Los cuatro grupos englobados en las ECrNT se asocian fuertemente a
cuatro grandes factores de riesgo modificables que son comunes:
el consumo de tabaco, una alimentación inadecuada, el sedentarismo y la ingesta
nociva de alcohol. Incorporarlos siempre al grupo de las ECrNT permite una
aproximación a estas para su prevención, análisis e intervención. Los otros
factores de riesgo metabólicos asociados al aumento de la mortalidad
cardiovascular (no necesariamente comunes a todas pero sí modificables) y con
aumento del riesgo de las ECrNT y su mortalidad son la hipertensión arterial y
el aumento del colesterol en sangre. A la hipertensión arterial se le atribuye
casi el 19% de las muertes en el mundo.
Grupo
1: conceptualización de las ECrNT
Concepto
1: en el mundo mueren más de 41 millones de personas al año (más del 70% de
todas las muertes del mundo) por causa de las ECrNT. De ese grupo, 15 millones
tienen entre 30 y 69 años.
Claramente
existe una fuerte prevalencia de las ECrNT y la alta mortalidad generada por
estas.
Concepto
2: De los 41 millones de muertes en el mundo por ECrNT, 32 millones (72%)
ocurren en países con ingresos medios y bajos. Incluye también para
estos países un 85% de las muertes en edades tempranas (13 millones de
personas).
Claramente
existe un fuerte vínculo entre pobreza y ECrNT. Y con menor edad de los
afectados.
Concepto
3: Las ECrNT se asocian a factores de riesgo modificables, son muertes prevenibles,
con una patología con posibilidades de cura o controlable y con intervenciones
puntuales o bajo una programa; muchas veces sencillas y no altamente costosas.
Claramente
existen intervenciones costo-efectivas, aplicables y de impacto para las ECrNT.
En
Argentina, las ECrNT son responsables del 73,4% de las muertes, del 52% de los
años de vida perdidos por muerte prematura, y del 76% de los años de vida
ajustados por discapacidad (4). En 2015, el 40% de
las muertes fueron por causa cardiovascular y el 25%, por causa oncológica.
Grupo
2: lesiones de causa externa
Respecto
a las lesiones de causa externa, a pesar de que merecen una aproximación
distintiva del grupo anterior (ECrNT) con relación al abordaje del problema, su
relevancia se debe a que también presentan un crecimiento progresivo mundial en
los últimos 20 años y a su impacto porcentual sobre las muertes de la población
joven (está entre las tres causas de muerte más frecuentes entre los 5 y 44
años, junto con el 16% de las causas globales de discapacidad).
¿Por qué una
Encuesta Nacional de Factores de Riesgo?
Los
factores de riesgo son aquellas características de las personas que se asocian
claramente con el desarrollo de una enfermedad (en este caso, a las
enfermedades no transmisibles), lo que pone entonces a las personas en una
situación de mayor vulnerabilidad. De esa forma, una herramienta como la
Encuesta Nacional de Factores de Riesgo pasa a ser la puerta de ingreso para
los diagnósticos epidemiológicos, para facilitar la toma de decisiones y para
el monitoreo del impacto de las políticas públicas.
Diseño y
desarrollo de la encuesta/estudio
El
diseño del estudio transversal epidemiológico tuvo un muestreo probabilístico y
un desarrollo multietápico asincrónico y sucesivo.
En
la muestra autorrepresentada de la distribución, les correspondieron 43.300
hogares distribuidos en ocho grandes conglomerados fijos de ciudades grandes (a
fin de hacerlo comparativo sobre encuestas previas) y el resto fue sobre
poblaciones con más de 5000 habitantes, con un muestreo aleatorio
probabilístico según la distribución del número poblacional. Las poblaciones
con menos de 5000 (14% del país) tuvieron una asignación conjunta (5870
hogares).
El
desarrollo fue en tres etapas.
Primera
etapa: realización de encuestas por autorreporte, similar a encuestas
anteriores utilizadas en poblaciones con más de 5000 habitantes. Se realizó
sobre 49.170 hogares posibles de distribución demográfica.
Segunda
etapa: realización de mediciones físicas, de presión arterial y de parámetros
antropométricos como el peso, la talla y el perímetro de la cintura. También en
las poblaciones de más de 5000 habitantes sobre el 75% de los hogares posibles
de la etapa 1.
Tercera
etapa: realización de mediciones bioquímicas de la glucemia capilar por
digitopunción y del colesterol total mediante tiras reactivas, con un ayuno
previo de ocho horas. Limitado a las poblaciones de más de 150.000 habitantes
incluidas en la etapa anterior (tabla 1).
tabla 1. resumen de
las 3 etapas |
|
|
||
|
Hogares seleccionados |
Hogares habitados |
Hogares con respuesta |
Respuesta completada |
Etapa 1: 100% hogares |
49.170 |
42.454 |
31.426 |
29.224 |
Etapa 2: 75% del anterior |
36.870 |
|
23.556 |
16.577 |
Etapa 3: ídem del anterior en poblaciones con más de 150.000
habitantes |
17.390 |
|
10.355 |
5.331 |
Fuente: elaboración personal sobre la base de la Cuarta
Encuesta Nacional de factores de riesgo (41). 1 El método de aleatorización es complejo y puede verse en la fuente
original. Puede haber sesgos por deficiencias en la elegibilidad de las
viviendas de la muestra y por el fenómeno de la “no respuesta“, que siempre
está presente en una operación estadística. La magnitud del sesgo debido a la
falta de respuesta generalmente no se conoce. |
Variables
incluidas en la encuesta y su estructura
Las encuestas desarrolladas en la etapa 1 con el
método del autorreporte, que seguían la estructura de las tres encuestas de los
años anteriores, estaban conformadas por un bloque hogar (incluía vivienda,
composición e ingresos) y un bloque individual (comprendía una percepción
general sobre el estado de salud, los factores de riesgo comportamentales, los
factores de riesgo metabólicos, la prevención de enfermedades oncológicas y los
indicadores de seguridad vial).
La
elección de una persona como participante en cada hogar era aleatoria.
Respecto
del ítem sobre salud general: incluía la autopercepción general del estado de
salud personal y de la calidad de vida (movilidad, cuidado personal,
actividades cotidianas, malestar, ansiedad y/o depresión).
Factores de riesgo incluidos y sus resultados globales
De
acuerdo con lo descripto, se ordenan como:
A.
Factores de riesgo comportamentales:
1. Tabaco: en 2018, la prevalencia del consumo de tabaco (cigarrillos)
fue del 22,2%, (algo que mostró un continuo
descenso desde la ENFR 2005, con un 29,7%). El indicador en los hombres
fue del 26,1% y en las mujeres, 18,6%. El primer quintil registró un 24,7%
frente al quinto, que registró un 20%. La exposición al humo de tabaco ajeno
(25%) también muestra un descenso respecto de 2009 (33,9%). Todavía fuma uno de
cada cinco adultos del país y uno de cada cinco trabajadores permanece expuesto
al humo de tabaco en su lugar de trabajo; casi la mitad de la población vio
publicidad de tabaco en los puntos de venta de cigarrillos. Es especialmente
relevante el hecho de que son los adultos jóvenes (18 a 24 años) los que están
más expuestos al humo de tabaco ajeno, tanto en el hogar como en los lugares
públicos, como bares y restaurantes, y son quienes más expuestos están a la
publicidad de tabaco. Más aún, esto último tiene mayor incidencia en los grupos
de ingresos más bajos.
2. Alcohol: en 2018, el consumo
de alcohol episódico excesivo fue del 13,3% (un aumento respecto de 2009,
cuando fue del 8,9%). El consumo regular de riesgo: estable es cinco veces
mayor en los jóvenes que en los adultos y el triple en varones respecto de las
mujeres. En el grupo de adolescentes el consumo de tabaco y alcohol es mayor en
mujeres que en hombres. En ningún caso hay diferencias por nivel de ingresos.
3. Alimentación:
sigue siendo muy bajo el consumo de frutas o verduras; su consumo no presentó
cambios en relación con los años anteriores y con la mitad del consumo en el
quintil más bajo respecto del más alto. Se evidenciaron barreras económicas
para el acceso y un gran desconocimiento general sobre la necesidad de consumir
cinco porciones al día. Sólo el 6% de la población cumple con esa recomendación
y el 50% cree comer la cantidad adecuada. Respecto a la sal, el 16,4% agrega
sal al sentarse a la mesa, hábito que no muestra cambios desde 2013. De cada
diez personas, siete usan sal durante la cocción. Esto último es más frecuente
en los grupos con ingresos más bajos.
4. Actividad física: la prevalencia es del 44,2%
(ha descendido respecto de 2013, que fue del 54,7%). La actividad física
resultó más baja en mujeres (46,6% frente a 41,5% en varones).
B.
Factores de riesgo metabólicos:
1. Exceso de peso (suma sobrepeso y obesidad): se
registró por autorreporte un 61,6%, con un aumento sostenido desde 2005: 49%;
53,4% y 57,9%. La obesidad aumentó un 75% entre 2005 y 2018. Por mediciones
objetivas, la prevalencia de exceso de peso en la ENFR de 2018 fue del 66,1%
frente al 61,6% arrojado por autorreporte. De ese 66,1%, el 50% tiene obesidad
y el otro 50%, sobrepeso.
2. Diabetes:
los resultados obtenidos por autorreporte fueron del 12,7% (9,8% en 2013). La
prevalencia combinada fue del 10,9% (definida como la combinación de las
personas que tuvieron glucemia elevada en las mediciones objetivas o las que se
autorreportaron como diabéticos y tomaron algún medicamento). Hubo un 5% de
autorreportados negativos con glucemia elevada en el control. Un 50% de los
diabéticos conocidos recibía algún tratamiento. La realización de un score
de predicción (5) mostró que un 20% de la población tiene un riesgo
alto o muy alto de desarrollar diabetes en un lapso de 2 a 10 años.
3. Hipertensión: se indicó por autorreporte el 34% (valor estable desde
2005). La prevalencia combinada (definida como la combinación de las personas
que tuvieron presión arterial elevada en las mediciones objetivas o las que se
autorreportaron como hipertensos y tomaron algún medicamento) fue del 46,6%. El
32% de quienes no se sabían hipertensos por autorreporte tenía presión elevada
por control. Y la mitad de los que sí eran hipertensos recibió un tratamiento
en los últimos 14 días. De cada diez hipertensos autorreportados, seis
estuvieron con cifras altas durante el control.
4. Hipercolesterolemia: la prevalencia por autorreporte fue del 29%
(estable desde años anteriores). La prevalencia combinada (definida como la
combinación de las personas que tuvieron colesterol elevado en las mediciones
objetivas o las que se autorreportaron como con colesterol elevado y tomaron
algún medicamento) fue del 39,5%. El 29% de quienes se desconocían
hipercolesterolémicos tuvo valores altos. El 45% de los que refirieron
colesterol alto estaba recibiendo algún tratamiento.
El porcentaje de la población que aceptó
hacerse controles permanece constante, con predominio de mujeres y de la
población con mayores ingresos.
Se observa baja tasa de tratamiento
en personas con diabetes, hipertensión y dislipemia. Además, esa situación es
peor en aquellos con ingresos más bajos.
C.
Otros: prácticas preventivas de seguridad vial y prevención de enfermedades
oncológicas
1. Uso del cinturón de seguridad: se registró un
74% (48% en 2009). El indicador fue más alto en mayores, hombres y la población
de mayores ingresos.
2. Casco al andar en moto: 65% de los encuestados
refirió que lo usa (59,1% en 2013). Este porcentaje aumentó pero sigue bajo.
Fue más elevado en hombres y la población de mayores ingresos.
3. Manejo con consumo de alcohol: el resultado
arrojó un 15,2% (12,1% en 2013). Es tres veces mayor en hombres y jóvenes.
4. Mamografía: 66,0% de mujeres entre 50 y 70
años se hizo una mamografía en los dos años previos (este indicador fue mayor
en la población con mayores ingresos).
5. Papanicolaou
(PAP): 70,3% de las mujeres encuestadas de entre 25 y 65 años se hizo un PAP en
los dos años anteriores (este indicador no mostró variantes respecto a años
anteriores y fue mayor en la población de mayores ingresos).
6. Tamizaje de cáncer colorrectal: 31,6% de
personas de entre 50 y 75 años se hizo algún control (el resultado anterior era
de 24,5%).
El
cuadro 1 muestra la evolución comparativa del autorreporte según el año de la
encuesta.
CUADRO 1. Evolución comparativa del autorreporte según el año de la
encuesta (porcentajes e intervalos de confianza) |
||||
|
2005 |
2009 |
2013 |
2018 |
Actividad
física disminuida (*) |
- - |
54,9 (53,7/56,1) |
54,7 (53,2/56,2) |
64,9 (63,9/65,9) |
Uso de
sal luego de la cocción |
23,1 (21,9/24,5) |
25,3 (24,4/26,3) |
17,3 (16,4/18,2) |
16,4 (15,6/17,3) |
Consumo
de, al menos, 5 porciones de frutas o verduras diarias |
- - |
4,8 (4,4/5,3) |
4,9 (4,3/5,5) |
6 (5,5/6,6) |
Exceso
de peso (obesidad más sobrepeso) (*) |
49 (47,2/50,9) |
53,4 (52/55) |
57,9 (56,1/59,6) |
61,6 (60,6/62,6) |
Sobrepeso |
34,4 (33,4/35,5) |
35,4 (34,6/36,3) |
37,1 (36/38,2) |
36,2 (35,2/37,2) |
Obesidad
(*) |
14,6 (13,9/15,5) |
18 (17,4/18,7) |
20,8 (19,9/21,8) |
25,4 (24,4/26,4) |
Prevalencia
de consumo de tabaco (*) |
29,7 (28,7/30,8) |
27,1 (26,3/27,9) |
25,1 (24,2/26,2) |
22,2 (21,2/23,1) |
Prevalencia
de cigarrillo electrónico |
- - |
- - |
- - |
1,1 (0,8/1,3) |
Exposición
al humo ajeno (*) en el hogar en el último mes |
- - |
33,9 (33,0/34,9) |
27,6 (26,5/28,6) |
25,1 (24/26,1) |
Exposición
al humo ajeno en el trabajo en el último mes (*) |
- - |
34 (32,8/35,2) |
25 (23,9/26,2) |
21,8 (20,6/23) |
Exposición
al humo ajeno en bares y/o restaurantes en el último mes |
- - |
47,2 (45,6/48,7) |
23,5 (22,3/24,9) |
21,5 (20,4/22,7) |
Presión
arterial elevada |
34,5 (33,3/35,7) |
34,6 (33,6/35,5) |
34,1 (32,9/35,5) |
34,6 (33,7/35,6) |
Colesterol
elevado |
27,8 (26,5/29,1) |
29,1 (28,1/30,2) |
29,8 (28,5/31,1) |
28,9 (27,8/30,1) |
Glucemia
elevada o diabetes (*) |
8,4 (7,8/9,1) |
9,6 (9,1/10,1) |
9,8 (9,1/10,4) |
12,7 (12,1/13,4) |
Conducción
de vehículos luego de la ingesta de alcohol (*) |
16,8 (15,3/18,3) |
13,2 (12,2/14,2) |
12,1 (11,2/13,2) |
15,2 (14,2/16,2) |
Uso de
cinturón de seguridad (*) |
48 (46,5/49.5) |
63,8 (62,7/64.9) |
69 (67,7/70,3) |
73,9 (72,6/75,2) |
Uso de
casco sobre moto (*) |
- - |
- - |
59,1 (56,4/61,8) |
65 (62,9/67,1) |
Uso de
casco sobre bicicleta |
- - |
- - |
8,5 (7,3/9,9) |
10,7 (9,5/11,8) |
Fuente: elaboración
personal con base en la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2005,
2009, 2013 y 2019 (1-4). (*) Diferencia
significativa desde la estadística entre 2013 y 2018 (test de χ2). |
La
función de los clínicos en las ECrNT
Son múltiples los factores que condicionan o
determinan una práctica. Como ya comentamos en un artículo anterior (6), en el caso de la medicina en particular y de
la clínica médica en general, hay algunos hitos que se consideran relevantes en
ese sentido. Por un lado, el gran desarrollo en términos de avances
tecnológicos biomédicos, tanto en temas de medicamentos como de diagnósticos y
terapéuticos, que llevaron a la superespecialización y a la fragmentación de
los circuitos de atención, lo cual luego se vio profundizado por los modelos de
atención promovidos desde el neoliberalismo. Estas y otras razones que no
detallaremos porque exceden el objetivo de este artículo hicieron que la
clínica médica fuera perdiendo identidad hasta quedar confinada casi
exclusivamente a las salas de internación o a un rol “derivador” hacia
especialidades o subespecialidades y, de esa manera, en muchos casos delega
decisiones que le hubieran correspondido. De ese modo, este modelo de atención
convirtió a las derivaciones en una delegación de decisiones, en lugar de
conformar circuitos de referencia y contrarreferencia, y a un sistema cada vez
más fragmentado en lugar de un sistema integrado de atención.
Este
modelo fragmentado comenzó a mostrar como consecuencias un incremento de costos
con pobres resultados (7) y dio lugar a
grandes esfuerzos por fomentar estrategias de atención primaria de la salud, a
pesar de lo cual se mantuvo una prevalencia de la atención especializada y
fragmentada (6).
Ya
desde hace un tiempo la clínica médica está realizando un esfuerzo por
replantear su identidad y su rol en el proceso de salud, enfermedad y cuidado,
a fin de retomar su papel de andamiaje, seguimiento y articulación entre los
distintos niveles de atención. Desde esa perspectiva, se interpela a los y las
profesionales especialistas en clínica médica para orientar la toma de
decisiones; en lugar de comportarse como puertas de entrada, derivadores o,
como fueron llamados en algún momento, guardabarreras de los sistemas
gerenciadores (8). Desde una mirada que pretende dejar de lado una posición
paternalista para que las personas usuarias de los sistemas de salud puedan
decidir sobre sus vidas sobre la base de lo que se llama transparencia activa;
es decir, otorgar información con el mejor nivel de evidencia disponible,
veraz, completa y actualizada de manera tal que las personas comprendan
claramente la complejidad de los problemas, los escenarios y las consecuencias
potenciales de cada decisión (6).
Es así como también se proponen transformaciones en
la forma en que se entiende la información y la construcción de conocimientos
en medicina y para la especialidad, en un modelo en el que se deben priorizar
los enfoques centrados en los pacientes, desde una mirada epidemiológica y crítica
en la que se incluyan las dimensiones individuales, grupales, colectivas y
sociales. Sin dejar de considerar aspectos biográficos individuales y
contextuales, sociales, culturales e históricos (6). Estos cambios se reflejan en distintas
experiencias formativas. En Argentina en 2013, el Ministerio de Salud de la
Nación propuso un marco de referencia para las residencias de clínica médica,
ratificado con la Resolución 1074/2015, que definió a los médicos clínicos como
protagonistas estratégicos de transformación. Sobre esta base, y con esta
perspectiva, en la Universidad Nacional de la Matanza se confeccionó una
materia definida como Campos Clínicos, que equivaldría a la tradicional
medicina interna (en ambos casos con una fuerte influencia de la Sociedad
Argentina de Medicina en el diseño de ambos documentos) (9).
De
esa manera se fue definiendo que la clínica médica, tanto en Argentina como en
otros lugares del mundo, debe dar respuestas individuales con una fuerte
impronta epidemiológica e integradora entre la salud individual y colectiva, y
con la responsabilidad de integrar los distintos niveles de atención en todos
los ciclos de la vida desde la juventud a la ancianidad.
En
este sentido, se busca que la clínica médica pueda dar respuesta al viraje
tecnológico, al predominio individualista, al envejecimiento poblacional, al
predominio de las ECrNT y a la pluripatología desde una mirada integrada y no a
través de una cuadrícula de especialidades que ha demostrado ya sus déficits (6).
Desde
esa perspectiva, el rol de los clínicos y las clínicas en las ECrNT es
convertir los saberes expertos de cada uno de los temas (hipertensión,
diabetes, dislipemia, obesidad, cardiopatías, etc.) en abordajes integrales con
una mirada holística, en la que las guías de prácticas apoyadas en la evidencia
puedan ser adecuadas a las necesidades y en las que la prevención y la
promoción de la salud se integren a las prácticas curativas (6).
Reflexiones
finales
Escribir
reflexiones sobre la Encuesta Nacional de factores de Riesgo 2018 implica hoy,
tres años después, trabajar sobre ajustes posibles que impactan en el presente,
relacionado también con la pandemia por covid-19 que afecta de manera singular
la salud poblacional en la mayor parte del planeta. En relación con esta,
durante los años 2020 y 2021 se acrecentaron las diferencias entre los sectores
vulnerables y los sectores de mayor acceso, comparadas con el lustro anterior y
esa profundización entre ricos y pobres se suma a los rasgos que la pandemia
por covid-19 ha dejado en el mundo: decremento económico y social, aumento en
los costos de los alimentos, pérdida de patrones culturales (desvinculaciones
familiares y sociales; distanciamiento; merma de la difusión y el ejercicio de
los eventos culturales y deportivos; aumento del teletrabajo en pos del
abandono del sentido del trabajo colectivo; etc.) y la prevista caída en la
accesibilidad de la atención sanitaria en este período debido a las condiciones
de seguridad epidemiológica y aislamiento social.
Cuando
se analiza el sobrepeso y la obesidad, observamos patrones de mala alimentación
y subalimentación en las encuestas de 2013 a la de 2018 y los avizoramos
también en este último período entre 2020 y 2021. En ese sentido, al analizar
el sobrepeso, que ha descendido menos de un 1% con respecto a 2013, este queda
como una medida o indicador desmejorado frente al aumento del 4,6% de la
obesidad y un aumento de 3,7% en el exceso de peso entre los periodos 2013 y
2018. Pero el dato fundamental es el incremento del 22% de la obesidad con
respecto a 2013 (casi el 75% desde 2005).
Desde el punto de vista de la salud comunitaria, de
los procesos de promoción de la salud y de la prevención primaria, el proceso
que llevó a un incremento en la epidemia de obesidad es alarmante. Uno de cada
tres a cuatro niños, niñas y adolescentes de hogares vulnerables presentan
sobrepeso y obesidad. Desde el punto de vista comunitario, las metas de trabajo
deben escalar el nivel político de planes, programas y guías, y generar
herramientas y estrategias elementales de reducción de daño; va más allá de la
reformulación del azúcar y la rotulación adecuada de alimentos. Es necesaria
una campaña simultánea con las actividades de registro social, publicitario y,
si es necesario, acciones casa por casa durante censos y encuestas de hogares.
Habitualmente,
los censos nacionales son una de las oportunidades de estrategias de
información que no se utilizan con estos fines. Las encuestas nacionales de
hogares (ENH) permitirían trabajar con esto si concedemos que la población,
padres, personas mayores, niños y adolescentes, debería estar advertida (ante
cada acto de consumo) de las consecuencias de estos factores de riesgo: el
aumento de la morbimortalidad por causas cardiovasculares y por cáncer.
El
incremento de procesos relacionados con el crac económico mundial como
consecuencia de la pandemia por covid-19 probablemente mostrará cifras peores.
La ausencia de condiciones que posibilitan el ejercicio físico en este período
pandémico acelerará el proceso y el desarrollo de la obesidad, el sedentarismo,
el aumento de los niveles de glucemia, etc. El fenómeno abarca la actividad
física en adultos pero también los problemas que acarreará la ausencia de
presencialidad en las aulas, que no inhabilita generar mecanismos de ejercicio
físico desde el ámbito escolar en forma virtual y a distancia (ausencia de
presencialidad a la cual adscribimos en el contexto de riesgo epidemiológico
por la circulación de personas). Uno de los elementos a favor fue que las
escuelas y los colegios, debido a la pandemia, han desistido de solicitar aptos
médicos para educación física y sí el consentimiento de padres y tutores. El
apto, aunque visto para la administración escolar es “necesario en algún
momento”, no está avalado por sociedades u organizaciones científicas en forma
firme.
Algunas
reflexiones son las siguientes: es una constancia (no un certificado). La
constancia de salud va más allá de lo cardiológico y los electrocardiogramas:
habla del estado de salud en general, no tiene duración ni plazos; es presente,
no es pronóstico (11).
Desde
el punto clínico, otras reflexiones son (10,11): diferenciar la actividad física (que debe estimularse) de la
actividad deportiva y no debe limitarse a la esfera cardiovascular, como suele
hacerse. Certificar o no que un paciente está en condiciones de realizar
actividad física o deportiva debe ser el resultado de una evaluación clínica
rigurosa que se centre en la entrevista y en el examen físico.
En la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2018,
un fenómeno favorable fue la disminución de todo tipo de exposiciones, tanto
pasiva como activa, al humo del tabaco. Quedará por definir en niños, niñas y
adolescentes qué ha ocurrido durante el encierro pandémico y si se confirma que
este descenso en la exposición al tabaco podría obedecer a pautas familiares de
no fumar en los hogares para proteger a los menores. Por otro lado, queda por
ver qué ocurrirá con los adultos que se vieron obligados a permanecer más
tiempo en sus hogares o que han sufrido simultáneamente perdida laboral o
desmejoramiento de las condiciones económicas, productivas y del consumo, como
forma secundaria social frente a estos inconvenientes. Probablemente el factor
contribuyente a la disminución del hábito de exposición al humo del cigarrillo
se relacione a formatos publicitarios, campañas, pero seguramente también al aumento
del costo del tabaco, situación que ya había sido señalada como estrategia para
la cesación tabáquica cultural y económica (12).
Los
registros de la presión arterial (TA) en la fase 2 de la ENFR 2018 evidenciaron
un 30% de registros elevados en los no reconocidos como hipertensos y un 60% de
registros elevados en aquellos con diagnóstico de hipertensión. Tomando en
cuenta las consideraciones del registro de la TA durante esa fase de la
encuesta (similar a los testeos de glucemia, colesterol, etc.), se puede
observar que la estrategia comunitaria debería ser clara y múltiple. El
descenso del consumo de sal debe continuar alentándose, incluyendo los
alimentos en conserva, fuente primaria de sal en la dieta. Pero las observaciones
anteriores sobre las pautas de alimentación para el descenso de la obesidad así
como para el ejercicio físico deberán ser elaboradas como el plan estratégico
de similar eficacia en la prevención primaria de la hipertensión arterial donde
no hay lugar para la terapéutica farmacológica.
Mayor
es el interés que debiera provocar dejar de considerar a la hipertensión
arterial y sus explicaciones etiológicas como un fenómeno idiopático, cuando
están claros los mecanismos involucrados como la retención hidrosalina, los
niveles elevados de angiotensina II y el mosaico metabólico que presupone la
hiperinsulinemia, en obesos y no obesos, que lleva a fenómenos hipertróficos
cardíacos y del músculo liso vascular con aumento de la resistencia periférica.
En ese sentido, los indicadores de elevación glucémica y de diabetes aumentaron
de 9,8% a 12,7% con respecto a 2013, con 30% de hiperglucemias registradas en
personas que reconocieron tener hiperglucemia o diabetes y 5% de elevaciones en
testeos de fase 2 para aquellos no reconocidos como diabéticos. Un control
metabólico general deficitario (sumado a la falta de control) sería el factor
condicionante para el hallazgo de los resultados de la ENFR 2018. En ese
sentido se debería facilitar el testeo de la glucemia en ayunas para el
diagnóstico de pacientes con diabetes aún no diagnosticada. La provisión de
tensiómetros, tiras reactivas para la medición de la glucemia y el colesterol,
y la medición del peso corporal constituyen medidas no invasivas, seguras y
eficaces para la toma de decisiones de prevención primaria y secundaria, a fin
de evitar el desarrollo de complicaciones. Asimismo, deberían estar entre los
elementos esenciales del trabajo en la salud comunitaria, y en el primer y
segundo nivel de atención. Si bien ningún método de cribado epidemiológico
mundial reemplazará los fundamentos del diagnóstico clínico en laboratorios
independientes o en centros asistenciales, el tiempo que se gane con estas
mediciones realizadas en la ENFR puede utilizarse para generar pautas de
adherencia a planes terapéuticos. Lo era antes de la pandemia por covid-19; lo
es más en este momento donde debería aprovecharse cada situación de consulta
para continuar con esta tarea y, en el contexto del plan más ambicioso de
inmunización global y nacional (que seguramente tendrá reediciones según la
inmunidad adquirida tras la vacunación, la exposición viral y la aparición de
nuevas cepas, desde la perspectiva de que es un virus que encuentra blancos
predilectos de mortalidad en personas con los factores de riesgo evaluados en
la ENFR), debería pensarse y dispensarse un modelo de proyección comunitaria
que trabaje en conjunto durante las campañas de inmunización, con el agregado
de la detección temprana de factores de riesgo durante las mismas.
Referencias
bibliográficas
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